Has empezado tu camino y no es la primera vez que lo haces. El año pasado recorriste los 100 Km de Sarria a Santiago en 5 días. No está mal, aunque dijiste al llegar que lo importante es el camino, no el tiempo o el recorrido. Sin embargo, reconoce que te “pica el gusanillo” de conseguirlo en menos tiempo este año. De conocer tantas o más personas y lugares que el año pasado. Tal vez quieres comer en sitios mejores, o alojarte en lugares más especiales. Sin querer, ese “superarte a ti mismo” condiciona totalmente tu experiencia. Como un corredor de atletismo que desea batir su propio record, o un cocinero experimentado que quiere optar a esa estrella michelín que el año pasado casi logra.
Vivimos poniéndonos metas cada vez más exigentes. Este deseo de llegar más allá es uno de los factores que permite nuestro progreso y evolución. Sin embargo, en esta “carrera sin tregua” frente a nosotros mismos en ocasiones perdemos la brújula ¿Para qué decidí hacer esto? ¿ A dónde quiero que me lleve este camino?¿Quién quiero ser?
¿ Qué tiene que ver esto con nuestra relación con el dinero?: “ Al César lo que es del César”
En el año 2011, tras 20 años trabajando en el sector financiero, decidí acogerme a un ERE voluntario que en aquel momento ofrecía mi entidad. Me ofrecían una generosa indemnización por dejar de trabajar allí. En aquel momento no sabía a qué iba a dedicarme en lo sucesivo. Sí era consciente de que lo mucho aprendido durante tantos años de experiencia en banca podía ser útil en diferentes ámbitos, y también de mis ganas de “hacer y compartir” pero ¿ por dónde empezar?
Muchos otros compañeros optaron por coger esta misma indemnización. Su camino inmediato fue mandar currículums a otras entidades financieras buscando un trabajo similar al que habían desarrollado anteriormente. Desde el punto de vista social y profesional (creo que muchas veces, también personal) se consideraba un fracaso no conseguir un trabajo similar con un sueldo parecido. Siguiendo el paralelismo con el camino de Santiago, era como hacer de nuevo el mismo camino empleando más días que el año anterior.
Yo hice otro análisis. Me parecía importante en aquella etapa diversificar mi experiencia personal y profesional hacia otros ámbitos, independientemente del sueldo asociado a las actividades elegidas. De algún modo, la indemnización recibida era para mí una especie de “regalo de la vida” que me permitía explorar sin presión económica algunas otras oportunidades. El final de esta historia no está escrito. No pienso que haya un camino más adecuado que otro, ya que cada decisión supone sopesar tu situación personal, profesional, económica, vital…
Sí me gustaría abrir una reflexión: en muchas ocasiones, acompañando a personas que buscan un cambio profesional, detecto que el factor económico es uno de los más importantes para tomar una decisión. Las creencias asociadas a esta actitud son : “ Si gano menos, se me considera menos” “ No debo “bajar el listón” en mis honorarios”. En muchos de esos casos, y ante un análisis numérico de la decisión, se ve que el dinero no es tan importante. Sin embargo, ponemos sobre esta energía un componente de prestigio social, reconocimiento y logro que tiene que ver con nuestras creencias y herencia educativa con respecto a la energía del dinero
Recuerda: lo importante es lo que tú deseas hacer. Tu vida te pertenece y tienes derecho a elegir lo que más te apetezca, independientemente de la opinión de los demás o de tus antiguos prejuicios.
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