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Economía de esfuerzos. Reflexiones de una persona sana

Cuando comprendes que nada falta, el mundo entero te pertenece

Tao Te Ching

Acabo de recuperarme de “la enfermedad de moda”. Me llegan mensajes de diferentes ámbitos felicitándome por mi invulnerabilidad y situación de “ventaja social” ( sí, mis amigos son bastante guasones), como si hubiera sobrevivido a una guerra. 

Lo cierto es que he pasado lo más parecido a una gripe: siete días en cama con fiebre, molestias musculares, debilidad…y poco mas. 

Por lo que veo en mi entorno (pido de antemano disculpas a los que del tema saben por la simplicidad de este análisis) hay “ tres enfermedades en una”, o mejor dicho, tres maneras de pasar por esta experiencia:

  1. Con síntomas respiratorios graves. No lo he vivido, pero tengo varios amigos que lo han pasado fatal, y alguno que ya no está aquí para contarlo
  2. Parecido a una gripe: mi caso
  3. Asintomáticos: Están como una rosa con y sin virus

Escribo unas líneas para compartir alguna reflexión sobre esta experiencia, por si en algo ayudan a dar luz. Me he dejado en casa el “dedo de señalar” y la varita mágica que “arregla los toros desde la barrera”. La política no me interesa ni tampoco sé gran cosa de ello, así que también la excluyo del escrito. 

Sí me parece tentador tratar de mirar como un gestor amable y eficiente ( un buen directivo empresarial, o un buen padre) lo vivido por si este camino recorrido sirve de GPS a alguno de los lectores.  ¿ Te vienes?

1. El escondite inglés

Un poco de miedo sí que pasé cuando vi que me subía la fiebre, era incapaz de levantarme…Llamé al famoso “ teléfono del COVID” para comentar mis síntomas y me dijeron que  eso no era el virus. Vida normal.  “ ¿Cómo lo sabes?¡qué alivio!”. No hubo respuesta. 

La fiebre no remitía. Pedí a mi seguro privado que enviara un médico a verme a casa. Me dijeron que con mis síntomas era casi seguro que estuviera contagiada del “bicho”, y que eso era competencia de la seguridad social. Llamé al centro de salud…hasta 39 veces ese primer día (con tiempos de espera de entre 4 y 9 minutos en cada llamada, luego “abortaban” la conexión). Nada. Probé a pedir cita telefónica online. No disponible en los próximos 14 días. Alguien me dijo que me presentara allí físicamente, pero el consejo me pareció poco sensato. 

Al final, me fui a un laboratorio privado (no fue fácil encontrar uno que me recibiera) a hacerme una PCR. Positivo

¿Rastreadores? : “ Una, dos y tres al escondite inglés sin mover los pies”

2. El parchís

Como cuando te comen la ficha y vuelves a casa, confinados nos quedamos mis hijos y yo ( con la perrita Kira). Lo mejor del parchís es cuando te sale un cinco para seguir rodando por el tablero. Lo menos gracioso de esta situación es que no sabíamos qué número nos tenía que salir a cada uno de los tres para volver a ser libres: en mi caso, confinada hasta nuevo aviso ( al final conseguí hablar con mi centro de salud). A mis hijos, diez días de aislamiento desde la última vez que me vieron (viven conmigo). Como en el parchís, entras en casa y cuentas hasta diez…Rojo. Verde. Azul. Amarillo

3. El tetris

Te instan a hacer una PCR a los que contigo conviven (menos mal que Nacho y Elena son mayores y pueden ir solos. Si hubieran tenido 3 y 7 años ¿qué hacer?)

Nadie puede salir de casa hasta nuevo aviso. Hemos sacado a nuestra perrita unos minutos al día en nuestra calle que es muy solitaria.

Si sintieras complicaciones respiratorias, vete corriendo a un hospital o pide una ambulancia

Fue mi médico ( no un operador) el que llamó por teléfono para decirme los resultados de las PCR de mis hijos. Esa noche llamaron de nuevo desde la consejería de sanidad para dar los mismos resultados que ya conocíamos.

Soy autónoma y no puedo trabajar. 

Nos rodean listas interminables de normas de procedimientos “ por si sí” y “por si no” que somos incapaces de recordar ( menos aún de cumplir a rajatabla

Otra pantalla

4. El juego de la oca

Espectacular la respuesta del colegio de Elena: mensajes personales y extensos de cada profesor ofreciendo ayuda y recursos didácticos para facilitarle el trabajo. Mensajes casi diarios a mí para informarme del protocolo, siempre interesándose por mi evolución y poniéndose a nuestra disposición. Reuniones online para informar de la situación del centro…y tiro porque me toca.

5. El cluedo

Como en este juego de misterio, tal vez lo más importante del proceso sea saber quién, dónde y con qué herramientas hace “qué cosa”. ¿Qué haría un buen investigador al observar este cuadro?

Tal vez es buena idea detectar cuáles son los puntos y personajes críticos para vigilarlos con especial cuidado y cariño:

  1. Economía de esfuerzo: Si quieres correr una carrera de 10 km no sueles entrenarte como si fueras a una maratón. El esfuerzo y las horas de entrenamiento son distintos. Mi sensación es que tenemos sobrepeso y tratamos de correr una maratón dentro de diez días. Nos agotamos, nos lesionamos, nos desanimamos al ver que no es posible…¿En qué estamos entrenando de más y en qué de menos?
  2. Enmiedecidos: Ya sabes, hay al menos tres formas de pasar por esta experiencia. Pero cuando nos asomamos a ver el número de contagios se suman los que no tienen síntomas con los que están en la UCI. Y nos asustamos todos un montón con el número. Tal vez no es buena idea quitarle hierro al asunto, mostrando una realidad desglosada: De los 11.000, 9.000 están pasando una gripe, 2.100 no tienen síntomas y el resto está “ muy malito”( números inventados). 
  3. Desorientados. Un premio nobel de los 60 descubrió que ningún ser humano es capaz de recordar más de 5 normas de memoria ( por tanto, tampoco de cumplirlas). Si además te cambian el manual de instrucciones con cierta frecuencia ¿cuántas cumplirás?

Cada uno de nosotros tiene un pequeño grano de arena en la construcción de un futuro amable para todos. Un grano es muy poco, pero ¿ por qué no intentarlo? ( “Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”):

  1. Conociendo y comunicando las horas necesarias de entrenamiento. Si sumamos el número total de contagios, produce miedo, desesperación y en muchas personas, abandono. Si nos enfocamos en el número de personas a las que hay que ayudar y en labores concretas en función de la gravedad de su infección, tal vez sea más sencillo y amable avanzar.
  2. Cuidando a los atletas: médicos, enfermeros, personal de los centros de mayores…son el cuello de botella. Dejemos que hagan lo que mejor saben hacer. Liberémosles de funciones fácilmente delegables
  3. Cuidar de nosotros mismos: tu salud y alimentación ayudan a mantenerte y estar mejor. Si puedes liberar a médicos y enfermeros, para que se dediquen a quien realmente lo necesite, hazlo ( incluidos pacientes de otras enfermedades graves que estos días no tienen atención)
  4. Comunicación. Importante contar a los enfermos lo que tienen que vigilar y lo que pueden esperar durante estos días. Estás mucho más tranquilo si conoces el camino. Y la tranquilidad también es salud. Explicando con claridad la situación económica. Qué podemos hacer y esperar. ¿ Cuándo?

No es algo que vayamos a solucionar en dos días. Es una carrera de fondo de la que podemos obtener muchos aprendizajes, sobre todo en los ámbitos sanitario, económico y social. Me apunto a tomar apuntes y a poner mi granito de arena bien atenta. En parte soy artífice de esta etapa que comienza ¿ Y tú?

Gracias por tu confianza

Comentarios

  • Laura
    29 de septiembre de 2020

    maravilloso relato

    Responder
  • Jaume
    6 de octubre de 2020

    Me ha gustado leerlo, comprendiendo que la actitud es fundamental, en este caso mucha confianza, paciencia y una conciencia empoderada y reforzada, entre otras causas, por la reciente inmersión en El Pardo,
    Un abrazo !!!!

    Responder
  • Maena madre
    13 de octubre de 2020

    Estupendo contarlo y más estupendo saber y poder hacerlo tan bien. Como decía mi madre: ¡ cuántos quisieran! Maena madre(“sujeta “ del pánico en el caso)

    Responder

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